El compositor y docente Claudio Ceccoli, quien se convirtió en un referente de la guitarra de ocho cuerdas, lanzó su nuevo álbum solista, “Viajes”, el duodécimo de su extenso andar que, integrado por inspiradas piezas instrumentales y propias, propone un cruce entre la música académica y la popular.
“Es un disco íntimo y austero, es como la foto musical de una tarde de marzo de 2017”, dijo a Télam Ceccoli acerca de este trabajo que encontró mientras revisaba los registros musicales que habían quedado olvidados en el disco rígido de su computadora. .
Admirado por sus pares, exponente de la guitarra contemporánea, Ceccoli decidió plasmar estas músicas en un disco en donde la improvisación tiene un lugar relevante. “Simplemente había sido una jornada de prueba de mi nuevo instrumento y en principio no ambicionaba más”, evocó.
«Tal vez el tedio de la cuarentena revalorizó ese registro como algo que valía la pena formalizar en un álbum», agregó el guitarrista que trabajó sobre ese material “con la ayuda inestimable de Ariel Gato, un gran ingeniero de grabación y gran persona, que muchas veces me ayuda en mis jornadas de grabación cumpliendo la tarea de la oreja crítica a la manera de un productor artístico”.
“Viajes” ya está disponible en las plataformas digitales y propone un recorrido por diferentes paisajes sonoros a partir de composiciones como el que da título al registro, “Tierra sin nombre”, “Al viento”, “Niñez”y “Cielo de octubre», entre otras.
Télam: ¿Cómo definirías el espíritu de este nuevo trabajo?
Claudio Ceccoli: Con la idea de tocar solito tengo vaivenes, a veces estoy más afín de hacerlo y otras prefiero formatos grupales. Es más un estado mental que otra cosa, pero puntualmente en ese momento de 2017, estaba probando una guitarra que había construido para mí Rodolfo Cuculelli, y en general cuando tenés un instrumento nuevo te pasás muchas horas conociéndolo, y eso da como resultado una especie de simbiosis que creo que en “Viajes” aparece bastante.
T: Luego de un largo recorrido y tras casi 20 años de trayectoria, ¿Qué representa este disco en tu carrera?
CC: Todos los trabajos que hice, hago y haré son retazos de una misma canción que uno busca tocar de una u otra manera. Creo que este trabajo es uno muy especial en ese camino que elegí recorrer.
T:¿Sentís que la gente está escuchando más música a raíz de esta situación de encierro?
CC: Creo que la escucha musical siempre está en transformación, pero en los últimos 20 años adquirió un ritmo vertiginoso. Todo va muy rápido, ¿Quién se acuerda de los reproductores de MP3? Por otra parte la digitalización, la posibilidad de tener en un pendrive miles y miles de discos y ahora el streaming nos transformó en capitalistas acumulativos de música y discografías pero, en mi opinión, resintió un poco la escucha más atenta, profunda y curiosa. Creo que la cuarentena profundizó la hiperconexión, pero no necesariamente haya cambiado el modelo de escucha. En mi caso, la cuarentena nos puso a funcionar musicalmente en familia. Mi mujer Cecilia Pastorino, es cantante y nuestros hijos Lucio y Elena tocan clarinete y flauta respectivamente. La casa parece una escuela de música. Todas las nochecitas nos juntamos a tocar algunas músicas y eso es una maravilla.
T: “Viajes” fue grabado hace tres años. ¿Sentís que estas piezas tan personales reflejan tu presente musical ?
CC: No necesariamente todo lo que produzco pasa a un formato editado, tengo muchos más bocetos y trabajos en potencia que cosas terminadas y editadas. Por otra parte, cuando sacás un disco ya forma parte del pasado aunque lo hayas grabado el mes pasado. La grabación tiene esa virtud, deja plasmado algo que ya pasó, y en general al momento de tener un disco nuevo entre manos, si un 50% de lo grabado me gusta bastante me doy por satisfecho. Hay una parte de mí que se siente representada hoy por estas grabaciones.
T: En tus composiciones se escucha mucha libertad e improvisación, pero siempre manteniendo una identidad Además de tu virtuosismo como instrumentista, ¿Cuánto influye el hecho de tocar una guitarra de ocho cuerdas para ampliar las posibilidades sonoras de cada pieza?
CC: Siempre voy a estar agradecido por aquella idea que tuve en 1997 de encargarle al mismo constructor, Cuculelli, una guitarra con dos graves más. En su momento lo pensé como un experimento que podía salir mal y quedar tirado en un ropero, pero resultó sumamente fructífero.
Fueron muchas pruebas con afinaciones y encordados diversos hasta que recalé en la que uso hoy, y en verdad como cualquier instrumento, es el día de hoy que sigo encontrando recursos nuevos. De lo que sí estoy seguro, es que este instrumento me llevó por un camino diferente y me cambió la manera de tocar y de componer.
T: Por otro lado, estás presentando el disco “A los saltos” junto a Diego Suárez en flauta. ¿Cómo nació la necesidad de dejar un registro de la obra interpretada por el dúo, qué representa para ustedes este trabajo?
CC: Con Diego nos une una amistad musical de más de 20 años y ahora nos une también la vecindad en el barrio de Flores. Diego es una gran flautista, aparte de un gran tipo, y un gran entusiasta de mis músicas. Trabajar con él siempre es un placer, y con la vecindad se facilitaron mucho los ensayos. Eso reavivó la idea de hacer una grabación con músicas mías tocadas a dúo con él.
En casi todos mis trabajos hay uno o dos temas a dúo con él, y para ésta ocasión grabamos 12 músicas, seis con versiones anteriores en otros formatos y seis músicas nuevas.